Paulino Ramos, Alejandro, 1951- (Personal Name)
Alejandro Paulino Ramos (En junio del 2011, la periodista Mercedes Castillo me pidió que le contestara algunas preguntas relacionadas con mi persona. Entonces le dije que entendía yo no había trascendido lo suficiente como para que se me tomara en cuenta, y aparecer en su revista digital junto a otros distinguidos amigos del mundo cultural. Ella insistió y de esa iniciativa salieron estos temas que traté de abordar de manera consciente y sin apasionamiento. Dos años después, leyendo lo que Mercedes había publicado en aquella ocasión, encontré que podía corregir algunos conceptos y actualizar informaciones; por eso hago público estos párrafos, dedicados en especial a mis amigos de siempre). 1.-Donde nació y como fue tu infancia?, Nací en San Francisco de Macorís, Provincia Duarte, el 25 de noviembre de 1951, aunque por cosas de la vida mi padre asentó en los documentos de la oficialía civil de aquella ciudad en otra fecha, además de que siempre se discute en la familia de si soy un poco más joven o como dice mí tía que me atendió desde chiquito, que un poco más viejo. De todo modo, mis primeros años lo pasé junto a mis padres en el lugar donde nací, es decir, en la calle Emilio Prud`Homme, casi esquina calle Duvergé, muy próximo a los rieles que llevaban a la estación del tren que iba y venía del ramal de Villa Arriba que se unía a la vía principal que unía a Sánchez y La Vega. En la esquina Duvergé mi padre tenía un colmado y aunque no era rico, tenía varias propiedades y algunos pequeños negocios que ayudaban a que la familia viviera con cierto bienestar en una ciudad donde los ricos eran muy pocos. De ellos recuerdo a Trifón y Doña Melva Munne, que vivían a la entrada del pueblo por la carretera por donde se llegaba viniendo de la Capital. Cerca de mi casa también estaba la escuela Castillo de varones y dividido por gran espacio y una piscina olímpica en su centro, la escuela de las hembras. Esa piscina se convirtió en una pesadilla el día que un niño se ahogo en ella, por lo que nunca más fue llenada de agua y por décadas se mantuvo como un foco de infección sin que nadie supiera que hacer con la misma, hasta que por fin, tiempo después de la muerte de Trujillo, la rellenaron de tierra y la desaparecieron de la vista de todos. En la escuela de varones hice mis primeros cursos, entre 1955 y 1957. En esa escuela es de grata recordación la señora Beatriz, que murió hace un par de años y era hermana del músico Félix del Rosario. Esa señora vivía al lado de mi casa y del patio de la mía se podía pasar al de ella, pues en esos tiempos los patios de San Francisco no tenían cercas que lo impidieran. Haber vivido al lado de la casa de Doña Beatriz creo que me marcó, pues su hija, que le decíamos Mecho, que ya estaba en cursos de la escuela intermedia, se la pasaba estudiando para los exámenes finales en unos folletos o cuadernillos de historia que me parecen resúmenes del libro de historia de Ramón Marrero Aristy. Yo de curiosos, me ponía a escuchar las preguntas y respuestas que se hacían las niñas que acompañaban a Mecho y un día, para sorpresa de las presentes, cuando preguntaron que quién descubrió a América, yo contesté apresurado que Cristóbal Colón, lo que resultó llamativo para todos y siguieron haciéndome preguntas, algunas de las cuales contestaba. Creo que de allí vienen mis primeros contactos con la profesión de historiador que intento practicar en la actualidad. Otra cosa que me pasó en el patio de la casa de Doña Beatriz tiene que ver con reuniones festivas que se celebraban allí, en las que Félix del Rosario y varios amigos (recuerdo a Malico, el Gallo e Jando, y a uno que construía tinajas y que vivía frente a la casa de Beatriz), todos con instrumentos a manos, interpretaban rítmicas canciones que ahora se me antojan eran sones y bachatas, tocadas con instrumentos variados: guitarra, guira, maracas, bongós, palitos y la marimba que la tocaba el tinajero. Desde entonces he puesto atención a esas músicas y en el año 2005 realicé una investigación acerca de la historia de la bachata que terminó siendo mi tesis para el grado de Maestría en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. También de aquellos años de niños, recuerdo a los amigos que vivían en mi barrio, entre ellos a Juan Pablo, los hijos de Pedritin, los de José y Carmen Cepeda, Rafael La Lámpara, y muchos otros que ahora no recuerdo, con los que jugaba bolas, pelotas, “a la escondida”, “uno dos y tres pisacolá”, al “ladrón y el policía”. Montaba a caballo y me la pasaba corriendo en el play de pelotas del pueblo que también quedaba muy cerca de mi casa, próximo a los rieles del tren y de un cabaret llamado Los Cuatro Vientos. Con la muerte de Trujillo las “turbas” antitrujillistas destruyeron el estadio de pelota y sus terrenos tomados para construir ranchos y casitas de personas muy pobre. En aquel cabaret vi por primera vez a Joseito Mateo, quien después de esa visita comenzó a cantar un merengue que se hizo muy popular en el que se anunciaba la venta de tortas (la torta dulce, torta, la torta amarga, torta…). Era la canción de un vendedor callejero de tortas o arepas y que retomada por el artista se convirtió en éxito. Un poco más lejos de mi casa, llegando a los transformadores, donde luego se construyó la iglesia San Martín, uno de mis sitios favoritos era el parque infantil que quedaba frente a la puerta de La Chocolatera, donde ahora queda el Palacio de Justicia y los Bomberos de San Francisco. Se puede decir, que mis primeros años los viví feliz y con libertad en un país en el que eso era lo que menos existía, pues recuérdese que estábamos gobernados por el dictador Rafael L. Trujillo. De los tiempos de dictadura recuerdo las exigencias hechas por las maestra de mi escuela para que rezáramos Padres nuestros y Ave María por la salud y la vida del sátrapa y luego, como para irnos acondicionando nos daban de inmediato el desayuno escolar en el que siempre brindaban el famoso Trópico hecho de chocolate y varios panes. Ahora pienso que nos estaban acondicionando como animales para enseñarnos a ser trujillista. También recuerdo los desfiles en los que teníamos que ir vestido de kaki y con gorra militar de la misma tela y color, desfilando en imitación de los desfiles militares, y mis hermanos y tío adultos marchando bien temprano en la mañana en lo que entonces se conocía como el Servicio Militar Obligatorio. Para mi, aparte de dos o tres correazos que me dio mi padre para “enderezarme y ajustarme a sus reglas” un poco, creo que mi infancia fue interesante y feliz. Corrían lentamente los años y me la pasaba yendo al cine Carmelita que quedaba frente al parque principal de la ciudad o al cine Peravia, que quedaba un poco más retirado, y las retretas en el parque con la banda de música municipal interpretando danzones, vals y otras músicas que eran del agrado de todos, además de las visitas a la Iglesia Santa Ana, en la que los curas daban la misa en latín y todos los concurrentes contestaban como si entendieran, pero de seguro que no sabían lo que decían en esa lengua imperial que rápidamente desaparecía. Después, momentos de tristezas, crisis económicas en la familia y un día temprano, la salida de todos hacia la capital en la Guagua Floralba, para irnos a vivir a lo que todavía se llamaba Ciudad Trujillo. Así, de repente ya vivía un día en la Duarte Con París en una cuartería contigua a una fábrica de block y en cuyo espacio está hoy un cine llamado Balani, que cerró sus puertas hace décadas. Luego, el barrio La Fuente a orilla de río Ozama en que me hice ducho en el arte de nadar y pescar y desde allí más o menos finalizando 1959, el desalojo de los barrios La Fuente, La Francia, Faría y otros sectores para llevarnos allá, del otro lado del río. Con los habitantes de esos sectores se fundó muy próximo al mercado y parquecito de La Palma de hoy, lo que entonces se intentó bautizar como Ensanche Felicidad, pero que los moradores cambiaron de la noche a la mañana por el de Los Minas Nuevo, debido a que muy cerca quedaba el histórico sector conocido como San Lorenzo de los Mina. De modo que soy de los fundadores de Los Mina nuevo con cuya comunidad me he mantenido relacionado desde que tenía ocho años. Aquellos fueron tiempos muy difíciles para todos los que llegaron desalojados, pero con el trabajo convirtieron ese sector en uno de los más progresistas de la parte oriental de la ciudad de Santo Domingo. 2.-Que grados académicos ha alcanzado?, Residiendo en Los Mina fui testigo de avance, luchas, protestas, muertes, lágrimas, dolor, sufrimiento, alegría de aquellos días de la transición de la dictadura a la libertad, y el abandono de la niñez para convertirme en adolescente y luego adulto. Comencé los estudios primarios a los seis años, pues en los años cincuenta esa era la fecha para ingresar a la escuela. Luego, viviendo ya en Santo Domingo, estudié en dos escuelas de Los Mina: primero en la escuela Pueblo Nuevo, luego la intermedia la cursé en la Escuela Juan Bautista Zafra y el bachillerato en el Liceo Fray Cipriano de Utrera del Ensanche Ozama, de donde fui expulsado por atreverme a organizar en ese plantel el Frente Estudiantil Flavio Suero. Más tarde ingresé a la Universidad Autónoma de Santo Domingo en la que intenté estudiar la carrera de Medicina, pero la atracción por los temas sociales me llevaron a ingresar a la licenciatura en Historia, donde también hice especialidad y maestría en Historia dominicana. En la actualidad estoy cursando una especialidad en Historia del Caribe impartida por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLASO) y el Archivo General de la Nación.